ENTREVISTA N.º 6
Agradezco a Víctor la disposición que ha mostrado para mantener una pequeña charla conmigo, creo que he tenido suerte de pillarle por banda antes de que comience toda la vorágine promocional de su nueva novela, porque no me cabe duda de que el lanzamiento de El hijo del padre va a suponer un hito esta temporada para los amantes del thriller.
V. V.: Parece que el oficio de escribir está cada vez más profesionalizado: despertarse temprano, hacer ejercicio, ceñirse a una disciplina horaria de trabajo, manejar redes sociales… ¿Se ha perdido la bohemia de antaño?
V. A.: No considero que el comportamiento externo sea el que define al escritor. Las modas y los modismos han existido y existirán siempre, y aunque tal vez ya no sea moda o modismo el autor atormentado, que muestra externamente su disconformidad con las normas y valores imperantes a través de una postura estética (su manera de vestir, su manera de hablar o de comportarse en público, sus hábitos de vida privados), en cierto sentido un autor siempre será alguien que no se deja gobernar por los valores del momento. Tal vez no beba absenta, quizá no necesite mostrar públicamente su histrionismo o su papel de “Enfant terrible” pero siempre será un libre pensador, alguien que está ahí para incomodar al sistema a fuerza de cuestionarlo a través de su obra. Esa rebeldía interna es mucho más profunda y transformadora que cualquier gesto de cara a la galería. La verdadera rebeldía se lleva por dentro y se manifiesta en lo escrito.
V. V.: Has obtenido un gran reconocimiento en Francia (premios, menciones, nombramientos…). ¿A qué crees que se debe el hecho de que tus libros tuvieran una especial acogida allí, concretamente? ¿Te involucraste más en dar a conocer tu trabajo entre el público francés?
V. A.: Yo siempre me involucro al máximo en todo lo que hago porque me gobierna la pasión y el entusiasmo, pero por alguna razón ese esfuerzo tuvo más eco en Francia o en otros países antes que en casa. Es una historia a menudo repetida y no hay que vivirla como algo problemático. Somos culturas distintas pese a compartir ciertos rasgos comunes, tal vez nuestros vecinos tienen más tradición lectora y el discurso cultural es algo diferente. La voz de un escritor se considera, más allá del entrenamiento, por la capacidad que su obra tiene de provocar reflexión, debate, discusión. Quizá ese ha sido un elemento a mi favor allí.
"un buen escritor debe ser su crítico más amable pero también más honesto"
V. V.: Dices que todo empezó a cambiar a raíz de las traducciones internacionales de tus obras, cuando tu agente vendió los derechos de las mismas en Estados Unidos y otros mercados internacionales. Antes de que la agencia que te representa contactara contigo, ¿te habías planteado buscar agente?
V. A.: Sinceramente, no. No acababa de entender el papel del agente literario (muy propio de nuestro país, por cierto), lo veía como un simple intermediario, hasta que entendí que la postura más inteligente para progresar en cualquier ámbito profesional es rodearte de personas que dominan aquellas esferas en las que tú flaqueas. ¿De qué sirve escribir una obra maestra si nadie sabe que existe? El papel de un buen agente en ese sentido es fundamental, conoce mejor los entresijos de la industria, tiene contactos, sabe orientar tu obra hacia la editorial adecuada. Yo trabajo con Antonia Kerrigan desde hace casi doce años. Hay dificultades, tensiones inevitables, pero es una persona que ha sabido orientar mis esfuerzos.
V. V.: Suena extraño que no quisieras publicar tu novela El abismo de los sueños, que quedó finalista del Premio Fernando Lara en 2008, cuando la presentaste a concurso… Has comentado en alguna ocasión que tomaste esa decisión porque era una novela de juventud con la que no te identificabas. ¿Tan pronto cambió tu percepción sobre la misma?
V. A.: En realidad, aprendí que a veces presentarte a un premio y ser escogido en la terna finalista solo sirve para poner en alza la obra que resultará vencedora. Tras no ser elegida, la releí, y me di cuenta de que pecaba de ambiciosa sin los elementos suficientes para dominarla. Así que la guardé en un cajón y ahí duerme desde entonces, esperando el día en que me decida a retomarla y reescribirla. Me permito decirte que un buen escritor debe ser su crítico más amable pero también más honesto.
V. V.: ¿Te costó mucho tomar la decisión de dejar tu puesto en los Mossos d’Esquadra para dedicarte de lleno a la escritura? Me decía Claudio Cerdán que envidiaba mucho a los que tienen 14 pagas anuales y un mes de vacaciones retribuidas. ¿Te has arrepentido alguna vez de esa decisión?
V. A.: Bueno, pierdes unas cosas, seguridad económica, cierta sensación de confort, la percepción de que tu futuro está encarrilado, pero al mismo tiempo ganas otras, libertad, riesgo, sensación permanente de que todo aquello que haces es lo que realmente te importa. Ser escritor es lo que siempre quise ser, y una vez tomada la decisión, ya solo cabía mirar hacia adelante. Sin vuelta atrás, con confianza absoluta. Eso te ayuda a ser quien realmente eres. Hay momentos de pánico, dudas, problemas económicos que no solo te afectan a ti, sino también a tu entorno. De repente te sabes juzgado, ya no estás en el anonimato ni te leen solo tus familiares y amigos. Entonces hay que respirar, observar lo que haces, saber si eres feliz a pesar de todo. Y yo lo soy, mucho.
"la postura más inteligente para progresar en cualquier ámbito profesional es rodearte de personas que dominan aquellas esferas en las que tú flaqueas"
V. V.: ¿Cuándo se da cuenta un escritor de que vale para dedicarse a escribir?
V. A.: Es una gran pregunta, y sin ánimo de jugar con las palabras, te diré que en mi opinión nunca. Jamás dejas de cuestionar tu valía, y eso lejos de ser agobiante es un acicate. Siempre afrontas cada desafío con mentalidad nueva, siempre estás aprendiendo. Y en tu fuero interno sabes que pese a los elogios y las cifras, seguirás creciendo mas y más.
V. V.: Vas a publicar en marzo tu próxima novela, El hijo del padre (Ediciones Destino). Cuando llega ese momento en que un nuevo trabajo sale a la luz, ¿te obsesiona que no llegue a funcionar igual de bien que los anteriores o te quedas con las sensaciones que te deja la propia obra?V. A.: Yo lo vivo con alegría, con calma y tranquilidad. Siempre espero lo mejor, y claro que deseo que a mí también me pase eso de ser el escritor revelación, pero acepto que no todo está en mis manos. Así que confío en el trabajo de los editores, en los lectores y su aceptación. Lo que queda tras escribir una novela como esta es una sensación de plenitud, de verdad.
V. V.: ¿Qué crees que mueve a la gente a comprar y leer tus novelas frente la infinidad de opciones de entretenimiento existentes hoy en día?
V. A.: La singularidad. Tal vez eso sea lo más difícil hoy en día, encontrar una voz propia, reconocible, única. Ni mejor ni peor que otras, pero sí capaz de conectar con gentes de todas partes, de todas las edades, de todas las circunstancias sociales y de todas las ideologías. Yo elegí el dolor como sujeto creativo, o tal vez el dolor me eligió a mí. Pero no es un dolor en el que regocijarse, es una fuente de duda, de cuestionamiento de lo que somos. Eso lo intento hacer desde un amor profundo a quien imagino me leerá, amor profundo a mis personajes, amor profundo a la literatura y respeto a los maestros que nos abrieron el camino.
V. V.: A mí también se me atragantó el Ulises de Joyce. Me pareció una tortura espantalectores. ¿Has vuelto a retomarlo?
V. A.: No. Decía Bioy Casares que hay libros magníficos que no están hechos para uno. Este es mi caso. Aunque me encanta Joyce, sobre todo su Dublineses, nunca he podido entrar en la singularidad de esta vanguardia.
V. V.: Y ya para concluir, Víctor, ¿has leído últimamente algún libro o visto alguna peli/serie/documental que te haya llamado especialmente la atención y quieras recomendar?
V. A.: Intento estar al día de series, aunque ya me aburren un poco los asesinos y los detectives. La última con la que disfruté realmente fue Ozark. Y leer, siempre está conmigo un libro. Ahora estoy leyendo a una escritora mexicana durísima (como a mí me gustan), Fernanda Melchor y su novela Temporada de huracanes. Muy recomendable.
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Un buen dueto, si señor...magníficos entrevistador y entrevistado. Entre "V" anda el juego je,je.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Rosario. Parece el nombre de una compañía estadounidense, "V&V", pero no queda mal...
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