20 de abril de 2020

CUARENTENA: DÍA TROPECIENTOS

De confinado a confinado/a: no sé tú, pero yo ya he perdido la cuenta de los días que llevamos encerrados. ¿Realmente hay alguna diferencia notoria entre el "día 5" y el "día 78"?... Ah, ¿que no llevamos tantos?
Si uno de estos días me diese por volver a ver Atrapado en el tiempo (1993), seguramente pensaría: "Pero ¿de qué se queja ese [Phil Connors, el personaje de Bill Murray], si él al menos puede salir a la calle?". No hay nada como relativizar, ¿eh? Cambiar el tamaño del marco, que dicen en PNL. Se oye por ahí que no vamos a recuperar la normalidad, tal y como la conocemos, hasta dentro de un año, que será más o menos cuando se prevé que salga la vacuna (lo cual no deja de ser contradictorio, pues, para entonces, la normalidad ya será otra). Ahora imagínate por un momento que sale el Director General de la OMS (sí, ese que se asemeja a una mezcla entre reverendo de una iglesia de Alabama y entrenador de un equipo de la liga universitaria de baloncesto, aunque el tipo no sea ni estadounidense) diciendo que la comunidad científica internacional ve improbable hallar una vacuna antes del 2025, ¿cómo se te quedaría el cuerpo? ¿A que ese añito ya no parecería tan terrible?

Mucho se habla también de las lecciones que deberíamos extraer de la cuarentena como período de reflexión para redefinir nuestras prioridades y bla-bla-bla. En mi caso, el mensaje ha sido bien simple y claro, como un Boom in your face en toda regla; además, no es la primera vez que me pasa (sí, soy así de reincidente), y eso escuece más aún. Oh, ya te digo. Resulta que antes de que todo esto del virus estallara, me informé debidamente y supe que tenía la posibilidad de registrar mi novela, Don nadie, aunque no hubiese acabado de corregirla, siempre que los cambios que introdujese posteriormente a la inscripción no fuesen sustanciales. ¿Y qué hice yo en aquel momento? Pues me dije que tampoco pasaba nada por esperar a que la corrección estuviese terminada. Ahora, cada vez que hay una nueva prórroga del estado de alarma me cago en todo y me meto en el baño, lleno el bidé, me agarro del pelo por detrás y empujo mi cabeza dentro del agua por medio minuto, forcejeando, y cuando empiezo a burbujear porque no aguanto más, saco apurado la cabeza y me oigo gritar: "¡¡No volverás a postergar lo importante!! ¿¡Capisci!?"...
¿Que me deje de gaitas y mire a ver si es posible hacer la inscripción online? Claro, también he contemplado esa alternativa, pero de momento no hay Dios que encuentre la senda que conduce a la salida del enmarañado laberinto burocrático español. Es una larga historia, no te quiero aburrir. Quizás en otro país bastaría con dos clics para realizar el trámite, quién sabe.
Entonces me cuento historias de consolación: que para qué preocuparse si aún no está lista la maquetación ni el diseño de portada de la novela; que si la temporada alta de Don nadie (con ello me refiero al período más propicio para su lectura) empieza en mayo/junio y se extiende hasta octubre, etc. Será por cuentos, ¿eh?

En fin, no sé si tú también has hecho examen de conciencia estos días. Allá tú, colega. Solo quería recordarte que a partir del viernes 24 de abril la palabra cuarentena habrá perdido significado en España. Te invito a hacer los cálculos.
Deja tus comentarios abajo, suscríbete dándole a la campanita de notificaciones y dale al like si te ha gustado el artículo... ¡Ja! Lo siento, no he podido evitarlo, estoy viendo muchos videos en Youtube últimamente. Nos vemos por las redes, stay tuned!