30 de mayo de 2021

MIGUEL IRÍBAR: "Me gusta ver la parte absurda y mentirosa de la vida"

 

ENTREVISTA N.º 8


No sé si la gente llegará a acordarse del bombazo que pegó la comedia en España (sobre todo, los espectáculos en directo) en la primera década del presente siglo, auspiciado por programas como El Club de la Comedia o el canal de televisión Paramount Comedy (reconvertido ahora en Comedy Central), cuando el dinero, proveniente fundamentalmente del sector inmobiliario, fluía a raudales por el país mientras este iba bien, antes de que la crisis de 2008 lo mandara todo a hacer puñetas. A ese selecto grupo de cómicos que empezó a patearse la geografía española de bolos se uniría pronto Miguel Iríbar (Huelva, 1976), el invitado de hoy. Podría considerársele un cómico de la old school, ya que tiene, como diría Luis Aragonés, el culo pelao en estas lides. Miguel es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, pero enseguida divisó un tope en los medios sevillanos y decidió marcharse a Madrid a estudiar un máster de producción audiovisual. Entró en Paramount Comedy, donde pasó de la producción a la coordinación de guion, y allí formó parte del equipo del late night que dio a conocer a Dani Mateo, Noche sin tregua.  

Conocí a Miguel por el podcast Cambiando de tercio (alojado en la plataforma Phi Beta Lambda Podcast, en Youtube), el programa que "va de abrirse una cerveza y ponerse a hablar", ahora más orientado a la tertulia sobre cine. También conduce, a dúo con el cómico Nacho García, La Paletada (de hacer un podcast), en la misma plataforma. Además, este año ha colaborado en El condensador de fluzo, el nuevo programa de La 2 cuyo presentador es el escritor Juan Gómez-Jurado. Casi nada.

V. V.: ¿Es el cómico aquel de quien todo el mundo querría ser amigo? Porque según Arturo González Campos, por ejemplo, el cómico es esa figura que dice lo que no conviene cuando menos conviene.

M. I.: El bufón clásico tenía permiso para decir lo que otros no podían. El Heyoka de los indios americanos cumplía una función parecida (ridiculizar el poder, hacer lo contrario de lo que se espera) con connotaciones sagradas. Pero el payaso o el chistoso también son cómicos. ¿La gente quiere ser amigo de los cómicos? No necesariamente, hay muchos cómicos muy solos, por rechazo del resto o porque son unos ególatras sin amigos.

V. V.: ¿Tiene que ser hiriente la comedia para provocar la carcajada?

M. I.: No tiene por qué ser hiriente siempre, pero sí que a menudo va en contra de algo. La premisa cómica nace para ser destruida, y la comedia no deja de ser un atentado contra algo. Es la mejor forma de violencia posible contra la realidad.


"Bajo la etiqueta de lo 'políticamente incorrecto' se esconde muchísima mediocridad"


V. V.: ¿Qué grado de “ciencia” hay en la comedia? Me refiero a que si para cada nicho de la misma se sigue una estructura y una serie de pautas, se usan determinados recursos, etc., aquella responde por tanto a ciertas claves. ¿Es posible entonces decodificar el humor?

M. I.: Diría que sí puede decodificarse y que sí es bastante matemática, como también puede analizarse hasta la extenuación por qué Messi o Michael Jordan son tan buenos. Lo que no puedes es, aun sabiendo cuáles son los elementos, copiarlos todos y trasladarlos a otra persona. Jordan y Messi siempre serán únicos, y lo mismo pasa con un buen cómico.

V. V.: Decía Leo Harlem que él saca material para sus monólogos rebuscando en los suplementos dominicales, ya que es ahí donde gran parte de nuestra tontería queda expuesta. ¿Tú dónde sueles meter el cuchillo?

M. I.: Me gusta ver la parte absurda y mentirosa de la vida, las convenciones que seguimos sin plantearnos demasiado. La actualidad es también una fuente para encontrar eso mismo, con la ventaja de que es más sencillo empatizar con un público que la reconoce.


"La comedia (...) es la mejor forma de violencia posible contra la realidad"


V. V.: ¿Por qué da tanto de sí un treintañero terminal?

M. I.: Seguramente todas las personas, cuando no se están mirando al espejo, se sienten por dentro en sus 25-30 años, no solo físicamente sino en lo que a tus ilusiones y deseos se refiere. Esa plenitud que luego decae sigue siempre en nuestro inconsciente. La vejez, en cierto modo, es asumir todo el rato que ya no tienes 30 años, y eso vale para tus 40, tus 50 o tus 80.

V. V.: ¿Se ha vuelto el humor más blanco desde que estamos en pandemia? Si es esa tu impresión, ¿se debe a esta circunstancia o más bien a otros factores como la llamada “cultura de la cancelación”?

M. I.: Lo políticamente correcto y la dificultad para conseguir buenas actuaciones han influido en que los cómicos busquen menos problemas con el público. Solo si eres muy famoso o si te manejas en el circuito underground de comedy clubs puedes permitirte ciertas licencias. Esto ha pasado siempre pero quizá ahora estemos en un punto álgido. Es cierto que si buscas bien puedes encontrar todo tipo de humor, y es igualmente cierto que bajo la etiqueta de lo “políticamente incorrecto” se esconde muchísima mediocridad, tanto moderna como desfasada ideológicamente.

V. V.: ¿Por qué crees que está petándolo tanto el formato podcast actualmente? Hay ya casi tantos podcasts como culos. ¿Se ha convertido de alguna manera en el sustitutivo de la barra del bar en tiempos de confinamiento?

M. I.: El podcast es barato, es libre, es divertido de hacer, y ayuda a enganchar con tu audiencia y su cariño. Está claro que en tiempos pandémicos ha cubierto un espacio de gente que necesita una oferta extraordinariamente variada para pasar el día lo más soportablemente posible.

V. V.: En tu opinión, ¿cuáles son los 2 mejores libros de stand-up para alguien que quiera aprender o iniciarse en ello?

M. I.: Me gusta mucho “Step by step to stand-up comedy”, de Greg Dean, un clásico; recientemente me he leído "Mastering Stand-Up: The Complete Guide to Becoming a Successful Comedian", de Stephen Rosenfield, que también me ha parecido muy interesante.

V. V.: ¿Cuál es la última paletada a la que no te has podido resistir?

M. I.: No me resisto a la paletada de hablarle todo el rato a mi móvil para me busque cosas. Me aburre cada vez más teclear y me da igual lo ridículo que quede hablar solo con un trozo de plástico delante de otra gente.

V. V.: Y ya para terminar, Miguel, ¿has leído últimamente algún libro o visto alguna peli/serie/documental que te haya llamado la atención y quieras recomendar?

M. I.: Recomiendo mucho la película “Otra Ronda” de Vinterberg. Una premisa sencilla que te llega al corazón irremediablemente.


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4 de abril de 2021

CÉSAR PÉREZ GELLIDA: "No sigo ningún método a la hora de escribir"

 

ENTREVISTA N.º 7


En esta edición se sienta en la butaca un invitado detrás del que servidor llevaba meses intentando entrevistar. Lo presento: es César Pérez Gellida (Valladolid, 1974), escritor de novela negra. Aunque la mejor presentación -al menos gracias a ella lo conocí yo- se la hizo Juan Gómez-Jurado en una entrevista al mentar a César como el mejor escritor de novela negra en castellano. Agüita, colega. Además se ha dicho de él que tiene "una prosa honesta que se bebe como el mejor de los Riberas del Duero". Pues salud y glup-glup. Ha escrito nada menos que once libros entre trilogías y bilogías, excepto el último de ellos (al parecer autoconclusivo), La suerte del enano, publicado también por la editorial SUMA a finales del 2020.

Agradezco a César que no haya alargado hasta la eternidad sus compromisos promocionales (perfectamente podría haber sido su excusa para pasar de esta entrevista) y que me haya cedido un poco de su tiempo para contestar algunas preguntas. A veces me pierdo en mis propias divagaciones, en cambio él no se anda por las ramas. En jerga futbolera, cortita y al pie:

V. V.: Se cree que la escritura es una forma de expiar culpas y errores, que permite ajustar cuentas con uno mismo y, por qué no, con el mundo. Pero, por otra parte, también tiene su lado oscuro, ya que es usada como pretexto para revolcarse en la mierda y proyectarla hacia fuera. En tu caso, ¿escribir es terapéutico o solo es un acto creativo?

C. P. G.: No lo sé, la verdad. Escribo porque me divierte y me gano la vida con este oficio. No busco justificaciones ni creo que sean necesarias.

V. V.: Quizás algún psicoanalista bonaerense tendría algo que decir sobre tu manía de escribir con un secador encendido para amortiguar los ruidos. ¿No te salen las facturas de la luz por un pico?

C. P. G.: Ya tenía esta costumbre mucho antes de hacerme escritor. Y no soy el único secadicto, ojo. Es un vicio barato comparado con otros…

V. V.: César, se dice que un escritor se debe a sus lectores. ¿Hasta qué punto tienes en cuenta tú a los tuyos a la hora de escribir nuevas historias? ¿Te has llegado a sentir condicionado por sus expectativas?

C. P. G.: No, para nada. Yo no me debo a nadie, como mucho a mis personajes. Escribo sin ataduras pensando solo en divertirme molestando a los lectores.


"en las RRSS me comporto como soy"


V. V.: ¿Qué hace un escritor profesional si no le viene ninguna idea decente cuyo desarrollo merezca la pena antes de que le venza el plazo de entrega con la editorial? ¿Tira adelante con cualquier cosa o la editorial le echa un cable?

C. P. G.: No sabría decirte, pero yo diría que a un escritor profesional eso no le puede suceder igual que a un ciclista no se le olvida andar en bici ni a un conductor de autobuses las señales de tráfico.

V. V.: ¿Nos puedes contar cómo empezó tu relación con la editorial SUMA? ¿Tenías agente literario por entonces?

C. P. G.: Solo he tenido un agente, Michael Robinson, con el que trabajé tres o cuatro años. Él se encargó de abrirme las puertas de SUMA, por lo que siempre le estaré agradecido. Desde entonces, once novelas después, no he cambiado de casa.

V. V.: Anda, ¿Michael Robinson, el presentador? No sabía que también era agente literario.

C. P. G.: No, no lo era. Solo conmigo, la verdad.

V. V.: Contaba tu colega Juan Gómez-Jurado que la trilogía Reina roja le llevó más de 10 años de trabajo. Para escribir una saga, ¿hace falta tenerla antes en la mente o puede surgir una vez que das por cerrada la historia?

C. P. G.: Juan miente. No ha trabajado 10 años ni juntando las horas que duerme. Dicho esto, yo no tengo en mente más que la escena que me toca escribir en ese momento. Dependiendo de lo que suceda, planteo la siguiente y la visualizo varias veces antes de trasladarla al papel.

V. V.: Has trabajado previamente en el sector del marketing y la comunicación. ¿Te has valido de tu conocimiento del mismo para adoptar una estrategia comercial en redes sociales o crees que prima más la naturalidad a la hora de conectar con la audiencia?

C. P. G.: Supongo que esa experiencia me ha ayudado a crear una marca de autor, pero yo en las RRSS me comporto como soy. Creo que no hay otra forma de hacerlo.


"Yo no me debo a nadie, como mucho a mis personajes"


V. V.: ¿Qué opinas de los talleres de escritura creativa? ¿Te has apuntado a alguno? ¿Se te ha pasado por la cabeza impartirlos?

C. P. G.: No conozco ninguno y tampoco se me ha pasado por la cabeza impartir alguno porque realmente yo no sigo ningún método a la hora de escribir. Dicho esto, si ayudan a aprender el oficio, me parece estupendo que existan.

V. V.: Y ya para concluir, César, ¿has leído últimamente algún libro o visto alguna peli/serie/documental que te haya llamado especialmente la atención y quieras recomendar?

C. P. G.: El hijo del padre de Víctor del Árbol y El gran rojo de Benito Olmo son dos novelas excelentes, distintas, pero muy recomendables ambas. En cuanto a las series, me gustó Antidisturbios y Patria.


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21 de febrero de 2021

VÍCTOR DEL ÁRBOL: "Jamás dejas de cuestionar tu valía"

 

ENTREVISTA N.º 6


Ya tenía ganas de volver por estos lares y estrenar por fin publicación bloguera en este 2021. Me acompaña en esta ocasión Víctor del Árbol (Barcelona, 1968), escritor que conocí por medio de la recomendación de un amigo que me dejó Un millón de gotas (Booket, 2014), una de sus novelas. Se nota que Víctor es un apasionado de la historia, de hecho fue esta el objeto de sus estudios universitarios en Barcelona. Posteriormente, ingresó en los Mossos d’Esquadra durante una porrada de años hasta que decidió dedicarse por completo a la escritura. Ha publicado siete novelas desde 2006 y está ya en camino la octava, El hijo del padre, que saldrá publicada por Ediciones Destino el próximo mes de marzo. Ha sido galardonado con varios premios literarios tanto nacionales como internacionales, entre los que cabe destacar el Premio Nadal en 2016 por La víspera de casi todo (Destino, 2016), y su obra ha sido traducida a un montón de idiomas.

Agradezco a Víctor la disposición que ha mostrado para mantener una pequeña charla conmigo, creo que he tenido suerte de pillarle por banda antes de que comience toda la vorágine promocional de su nueva novela, porque no me cabe duda de que el lanzamiento de El hijo del padre va a suponer un hito esta temporada para los amantes del thriller.

V. V.: Parece que el oficio de escribir está cada vez más profesionalizado: despertarse temprano, hacer ejercicio, ceñirse a una disciplina horaria de trabajo, manejar redes sociales… ¿Se ha perdido la bohemia de antaño?

V. A.: No considero que el comportamiento externo sea el que define al escritor. Las modas y los modismos han existido y existirán siempre, y aunque tal vez ya no sea moda o modismo el autor atormentado, que muestra externamente su disconformidad con las normas y valores imperantes a través de una postura estética (su manera de vestir, su manera de hablar o de comportarse en público, sus hábitos de vida privados), en cierto sentido un autor siempre será alguien que no se deja gobernar por los valores del momento. Tal vez no beba absenta, quizá no necesite mostrar públicamente su histrionismo o su papel de “Enfant terrible” pero siempre será un libre pensador, alguien que está ahí para incomodar al sistema a fuerza de cuestionarlo a través de su obra. Esa rebeldía interna es mucho más profunda y transformadora que cualquier gesto de cara a la galería. La verdadera rebeldía se lleva por dentro y se manifiesta en lo escrito.

V. V.: Has obtenido un gran reconocimiento en Francia (premios, menciones, nombramientos…). ¿A qué crees que se debe el hecho de que tus libros tuvieran una especial acogida allí, concretamente? ¿Te involucraste más en dar a conocer tu trabajo entre el público francés?

V. A.Yo siempre me involucro al máximo en todo lo que hago porque me gobierna la pasión y el entusiasmo, pero por alguna razón ese esfuerzo tuvo más eco en Francia o en otros países antes que en casa. Es una historia a menudo repetida y no hay que vivirla como algo problemático. Somos culturas distintas pese a compartir ciertos rasgos comunes, tal vez nuestros vecinos tienen más tradición lectora y el discurso cultural es algo diferente. La voz de un escritor se considera, más allá del entrenamiento, por la capacidad que su obra tiene de provocar reflexión, debate, discusión. Quizá ese ha sido un elemento a mi favor allí.


"un buen escritor debe ser su crítico más amable pero también más honesto"


V. V.: Dices que todo empezó a cambiar a raíz de las traducciones internacionales de tus obras, cuando tu agente vendió los derechos de las mismas en Estados Unidos y otros mercados internacionales. Antes de que la agencia que te representa contactara contigo, ¿te habías planteado buscar agente?

V. A.Sinceramente, no. No acababa de entender el papel del agente literario (muy propio de nuestro país, por cierto), lo veía como un simple intermediario, hasta que entendí que la postura más inteligente para progresar en cualquier ámbito profesional es rodearte de personas que dominan aquellas esferas en las que tú flaqueas. ¿De qué sirve escribir una obra maestra si nadie sabe que existe? El papel de un buen agente en ese sentido es fundamental, conoce mejor los entresijos de la industria, tiene contactos, sabe orientar tu obra hacia la editorial adecuada. Yo trabajo con Antonia Kerrigan desde hace casi doce años. Hay dificultades, tensiones inevitables, pero es una persona que ha sabido orientar mis esfuerzos. 

V. V.: Suena extraño que no quisieras publicar tu novela El abismo de los sueños, que quedó finalista del Premio Fernando Lara en 2008, cuando la presentaste a concurso… Has comentado en alguna ocasión que tomaste esa decisión porque era una novela de juventud con la que no te identificabas. ¿Tan pronto cambió tu percepción sobre la misma?

V. A.En realidad, aprendí que a veces presentarte a un premio y ser escogido en la terna finalista solo sirve para poner en alza la obra que resultará vencedora. Tras no ser elegida, la releí, y me di cuenta de que pecaba de ambiciosa sin los elementos suficientes para dominarla. Así que la guardé en un cajón y ahí duerme desde entonces, esperando el día en que me decida a retomarla y reescribirla. Me permito decirte que un buen escritor debe ser su crítico más amable pero también más honesto.

V. V.: ¿Te costó mucho tomar la decisión de dejar tu puesto en los Mossos d’Esquadra para dedicarte de lleno a la escritura? Me decía Claudio Cerdán que envidiaba mucho a los que tienen 14 pagas anuales y un mes de vacaciones retribuidas. ¿Te has arrepentido alguna vez de esa decisión?

V. A.: Bueno, pierdes unas cosas, seguridad económica, cierta sensación de confort, la percepción de que tu futuro está encarrilado, pero al mismo tiempo ganas otras, libertad, riesgo, sensación permanente de que todo aquello que haces es lo que realmente te importa. Ser escritor es lo que siempre quise ser, y una vez tomada la decisión, ya solo cabía mirar hacia adelante. Sin vuelta atrás, con confianza absoluta. Eso te ayuda a ser quien realmente eres. Hay momentos de pánico, dudas, problemas económicos que no solo te afectan a ti, sino también a tu entorno. De repente te sabes juzgado, ya no estás en el anonimato ni te leen solo tus familiares y amigos. Entonces hay que respirar, observar lo que haces, saber si eres feliz a pesar de todo. Y yo lo soy, mucho.


"la postura más inteligente para progresar en cualquier ámbito profesional es rodearte de personas que dominan aquellas esferas en las que tú flaqueas"


V. V.: ¿Cuándo se da cuenta un escritor de que vale para dedicarse a escribir?

V. A.: Es una gran pregunta, y sin ánimo de jugar con las palabras, te diré que en mi opinión nunca. Jamás dejas de cuestionar tu valía, y eso lejos de ser agobiante es un acicate. Siempre afrontas cada desafío con mentalidad nueva, siempre estás aprendiendo. Y en tu fuero interno sabes que pese a los elogios y las cifras, seguirás creciendo mas y más.

V. V.: Vas a publicar en marzo tu próxima novela, El hijo del padre (Ediciones Destino). Cuando llega ese momento en que un nuevo trabajo sale a la luz, ¿te obsesiona que no llegue a funcionar igual de bien que los anteriores o te quedas con las sensaciones que te deja la propia obra?

V. A.Yo lo vivo con alegría, con calma y tranquilidad. Siempre espero lo mejor, y claro que deseo que a mí también me pase eso de ser el escritor revelación, pero acepto que no todo está en mis manos. Así que confío en el trabajo de los editores, en los lectores y su aceptación. Lo que queda tras escribir una novela como esta es una sensación de plenitud, de verdad.

V. V.: ¿Qué crees que mueve a la gente a comprar y leer tus novelas frente la infinidad de opciones de entretenimiento existentes hoy en día?

V. A.La singularidad. Tal vez eso sea lo más difícil hoy en día, encontrar una voz propia, reconocible, única. Ni mejor ni peor que otras, pero sí capaz de conectar con gentes de todas partes, de todas las edades, de todas las circunstancias sociales y de todas las ideologías. Yo elegí el dolor como sujeto creativo, o tal vez el dolor me eligió a mí. Pero no es un dolor en el que regocijarse, es una fuente de duda, de cuestionamiento de lo que somos. Eso lo intento hacer desde un amor profundo a quien imagino me leerá, amor profundo a mis personajes, amor profundo a la literatura y respeto a los maestros que nos abrieron el camino.

V. V.: A mí también se me atragantó el Ulises de Joyce. Me pareció una tortura espantalectores. ¿Has vuelto a retomarlo?

V. A.No. Decía Bioy Casares que hay libros magníficos que no están hechos para uno. Este es mi caso. Aunque me encanta Joyce, sobre todo su Dublineses, nunca he podido entrar en la singularidad de esta vanguardia. 

V. V.: Y ya para concluir, Víctor, ¿has leído últimamente algún libro o visto alguna peli/serie/documental que te haya llamado especialmente la atención y quieras recomendar?

V. A.Intento estar al día de series, aunque ya me aburren un poco los asesinos y los detectives. La última con la que disfruté realmente fue Ozark. Y leer, siempre está conmigo un libro. Ahora estoy leyendo a una escritora mexicana durísima (como a mí me gustan), Fernanda Melchor y su novela Temporada de huracanes. Muy recomendable.


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20 de diciembre de 2020

FERNANDO SÁNCHEZ DRAGÓ: "El lenguaje inclusivo, aparte de una ridiculez, es un veneno letal para la literatura"

 

ENTREVISTA N.º 5


Hoy se sienta en la butaca la persona más leída, cultivada y que mejor se expresa de todas cuantas he escuchado hablar en mi vida, ya sea en radio, televisión, internet, etc. Un hombre de sonrisa perenne y trato afable que posee una profunda y rica cosmovisión, además de un don que siempre he admirado, el de la palabra, la destreza de llamar a cada cosa por su nombre y hablar con propiedad. Fernando Sánchez Dragó (Madrid, 1936) no necesita presentaciones, prácticamente forma parte de la memoria colectiva, al menos desde su generación hasta la mía. Se considera escritor y viajero (cuenta con más de treinta y cinco títulos publicados y ha recorrido alrededor de cien países), pero yo lo empecé a seguir por sus programas de televisión, sobre todo a partir de Las Noches Blancas, en Telemadrid, y Libros con uasabi, en La 2. Este año ha publicado el segundo volumen de sus memorias, Galgo corredor. Los años guerreros (1953 a 1964), y ha fundado recientemente La Retaguardia, un semanario digital de noticias y opiniones.  

Una vez le oí decir algo así como que a él todo lo que le sucedía le parecía bien (creo recordar que con respecto a su paso por la cárcel y posterior exilio durante una etapa del franquismo), en el sentido de que no se dejaba amargar por la adversidad. Espíritu aventurero el suyo. Cuando le pasaron mi solicitud para hacer la entrevista, me dijo que le enviara las preguntas y que trataría de responderlas. Así lo hice, pensando que me estaba dando largas. Para mi sorpresa, volvió a contestar. Vaya que si contestó. 

V. V.: He escuchado que se ha mantenido recluido en su casa de Castilfrío (Soria) desde el inicio del confinamiento. ¿Cómo lo ha llevado? ¿Qué es lo que más ha echado de menos?

F. S. D.: Pues lo ha oído mal... Desde el 11 de marzo hasta mediados de junio permanecí recluido en mi domicilio de Madrid. Sólo lo abandoné en dos ocasiones: una para hacerme el test y otra para ir a la peluquería. Lo llevé muy bien. Tengo vocación monástica. No hago vida social. No me gusta frecuentar los bares. No salgo mucho de casa. Tengo en ella cuanto necesito: libros, recado de escribir, mi hijo Akela, su madre, ... Mi secretaria vive en el mismo edificio y mi novia también. Mi caldo de cultivo es el silencio y mi líquido amniótico la soledad. Sólo eché de menos ir al cine, cenar una vez a la semana en algún restaurante japonés y follar. Durante esos tres meses me abstuve de hacerlo, por si acaso, aunque mi novia, que estaba dos pisos más abajo, sólo salía para hacer la compra. Escribí mucho. Me metí en Twitter. Fundé el semanario La Retaguardia. Terminé mi segundo libro de memorias, Galgo corredor. Los años guerreros. 1953 a 1964, que sacó Planeta en el mes de julio. Concedí muchas y muy largas entrevistas. Fue un período muy fecundo. A finales de junio me fui a Castilfrío y estuve allí hasta comienzos de diciembre, con algunas escapadas, ya en septiembre, octubre y noviembre, a Madrid. Dirigí un Encuentro Eleusino en Segovia en la penúltima semana de julio. Eso fue todo.


"Los críticos son traidores de clase: quisieron ser escritores, no fueron capaces y detestan a quienes sí lo fueron. Tienen muy mal gusto"



V. V.: Ha sobrepasado la barrera de los 80 años en un estado (físico y mental) envidiable, y no da la impresión de que haya renunciado a muchos placeres a lo largo de su vida. ¿Se ha tenido que privar de algo que en su día fuese irrenunciable?

F. S. D.: No. Nunca he dejado de hacer lo que me gusta, aunque siempre lo he hecho con cabeza y sin excesos. Jung decía que la vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir. Seguro que yo, de eso, no moriré, porque preferiría matarme a morir así. Si no miras a la muerte cara a cara, a quién diablos puedes mirar a los ojos. Por eso es tan importante clavar los tuyos en los de la mujer amada cuando se produce la explosión nuclear de un orgasmo compartido. Uno de mis lemas es el que los vecinos de Viena, en su época dorada, hicieron suyo: deja vivir a la vida. Tengo un hijo fantástico de ocho años y una novia guapísima de veintisiete. Follo con ella tanto y con el mismo vigor con el que lo hacía a los veinte años. Escribo y leo durante muchas horas al día. Como con apetito sibarita, bebo con moderación, hago ejercicio, planeo infinidad de cosas, siempre tengo la katana presta y la mano en su empuñadura, tomo de vez en cuando sustancias enteogénicas (LSD, setas, marihuana), guerreo en muchos frentes culturales y contraculturales, escribo cuatro columnas a la semana, intervengo en varios programas de radio... Viajo menos, eso sí, pero es en parte por el Covid y, sobre todo, porque ya no tiene sentido viajar en un planeta arrasado por el turismo. Pero tal como están las cosas quizá lo mejor sea ponerse el anillo de Giges y acatar el mandato de Epicuro: el de la invisibilidad. Para lo que hay que ver más vale que nadie te vea. Eso no significa vivir menos, sino exactamente lo contrario.

V. V.: ¿No se ha planteado escribir un libro enfocado en su filosofía de vida? Creo que sería un rotundo éxito y le convertiría a usted en una especie de gurú del bienestar y del desarrollo integral humano.

F. S. D.: ¡Pero si he escrito ya muchos libros así por no decir casi todos! El sendero de la mano izquierda, El camino del corazón, La del alba sería, Esos días azules, Galgo corredor, Shangri-La. El elixir de la eterna juventud... ¿Qué más quiere? ¿Que escriba las Tablas de la Ley como lo hizo Yavé? Nunca, como de sí mismo dijo Krishnamurti, he querido ser un gurú. Si acaso, tan sólo un pandit, que no busca ni admite discípulos. El bienestar del prójimo no me quita el sueño. No soy un político ni un filántropo. No socializo. No tengo semejantes. Ni siquiera me importa mi propio bienestar. No tengo más norte que el de la sabiduría, y ése es un bien que se adquiere, se administra y se ejerce a solas.

V. V.: Dicen que hablar a solas es un signo de inteligencia. ¿Se suele sorprender a sí mismo hablando en voz alta?

F. S. D.: Rarísima vez. ¿Para qué iba a hacerlo si toda mi literatura es soliloquio? No oficio en los altares de la comunicación, sino en los de la expresión.


"Cada persona tiene que encontrar su
propio camino sin papel pautado y a pecho descubierto"



V. V.: A estas alturas, ¿cuáles son los temas que interesan a Fernando Sánchez Dragó a la hora de escoger una lectura o de ponerse a escribir?

F. S. D.: La única literatura que de verdad me interesa es la autobiográfica, ésa que yo llamo egográfica y otros califican de no ficción. Lo demás son pamplinas para entretener a quienes se aburren en compañía de sí mismos. Todos mis libros son, en mayor o menor medida, egográficos y los que leo por devoción, y no por obligación, también. Cuando escribo lanzo el anzuelo a las sirtes de mi conciencia y siempre extraigo de ellas algún pez.

V. V.: Actualmente, ¿qué le motiva más, crear nuevas historias o echar la vista atrás y culminar sus memorias?

F. S. D.: Ya le he respondido. Yo nunca he creado historias, aunque a veces haya remodelado algunas al servicio de las mías. Calculo que aún me quedan por escribir tres o cuatro libros de memorias. Serán gruesos. No soy un velocista. Con esa tarea tengo más que suficiente para agotar el tiempo que me quede.

V. V.: ¿A quién le hubiera gustado entrevistar en sus programas? ¿Qué entrevista le ha quedado pendiente a Dragó?

F. S. D.: Ninguna, entre los vivos, que de verdad sea acuciante. Entrevistar sólo ha sido para mí un empeño anecdótico, no categórico. En todo caso, me gustaría entrevistar a gentes del pasado, pero tendría que hacerlo con un velador de tres patas, porque ninguna está viva. Bueno... Le pondré un ejemplo. Me habría gustado entrevistar a Mishima. Otro: Hemingway. Otro: Papini. Otro: Jung. Otro: Dante. Otro: Shakespeare. Otro: Montaigne. Otro: Virgilio. Otro: Henry Miller. ¡Ah! Y a Lenin, a Stalin, a Hitler, a Franco, a José Antonio...

V. V.: Aparentemente, usted lleva bien la crítica e incluso ha sabido sacar provecho de ella. ¿Cómo recomienda lidiar con la crítica?

F. S. D.: Lo mejor es ignorarla o tomarla a risa. Un escritor tiene que estar seguro de sí mismo. La crítica no añade nada a la literatura. Los críticos son traidores de clase: quisieron ser escritores, no fueron capaces y detestan a quienes sí lo fueron. Tienen muy mal gusto. Me interesa, eso sí, leer lo que los escritores escriben sobre otros escritores.


"Tengo (...) una novia guapísima de veintisiete. Follo con ella tanto y con el mismo vigor con el que lo hacía a los veinte"



V. V.: Uno de los mandamientos del decálogo del escritor de Hemingway dice: “Mézclate estrechamente con la vida”. En la práctica, ¿es este precepto compatible con lo absorbente que es la escritura?

F. S. D.: No sólo es compatible, sino que es imprescindible. Seguramente me ha oído usted citar alguna vez esta frase: "El arte empieza en aquel punto en que vivir no basta para expresar la vida". Si mi literatura es egográfica, ¿cómo podría yo escribir sin ella? ¿Habría escrito Hemingway Fiesta sin haber ido a los sanfermines?

V. V: ¿Le daría a un/a escritor/a novel algún consejo que no estuviese incluido en el decálogo?

F. S. D.: Por lo pronto, no diga usted eso de "escritor/a". Escritor es quien escribe, y eso incluye a los varones y a las mujeres. El lenguaje inclusivo, aparte de una ridiculez, es un veneno letal para la literatura. Dicho esto, añado que dar consejos me parece una intromisión rayana en la soberbia. Cada persona tiene que encontrar su propio camino sin papel pautado y a pecho descubierto. Mis dos únicos consejos son... Primero: no sigas consejos que no vengan de ti. Segundo (sólo para quien quiera ser escritor): escribe, escribe, escribe... Eso le decía a mi hija Ayanta cuando escribía su primera novela y me pedía árnica. Ahora se lo digo a mi novia, que también está escribiendo su primera novela, en la que yo soy el protagonista visto a través de las cartas de mi madre. Alta literatura la de esas dos mujeres. Ya se lo anticipo. Me gusta pensar que en ellas, sólo con mi ejemplo, he sembrado una semilla.

V. V: Y ya para concluir, Fernando, ¿ha leído últimamente algún libro o visto alguna peli/serie/documental que le haya llamado la atención y quiera recomendar?

F. S. D.: Tampoco suelo responder a ese tipo de preguntas. No soy un maestrillo de escuela. Claro que he leído últimamente muchos libros y he visto bastantes películas (o series), pero citar algunas implica excluir a las restantes, y eso no es justo. Quien busca, encuentra, y yo no quiero quitar a nadie el placer de esa búsqueda y la alegría del hallazgo.


Puedes encontrar más información sobre la vida y obra de Fernando Sánchez Dragó en los siguientes enlaces:

-Página Web:

http://www.sanchezdrago.com/

-La Retaguardia:

https://laretaguardia.com/

-Encuentros Eleusinos:

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22 de noviembre de 2020

KACO FORNS: "Este es un mundillo muy pirata y cruel. En cuanto no estés a la altura, te sacará a patadas"

 

ENTREVISTA N.º 4


He considerado oportuno, de aquí en adelante, ampliar el espectro de entrevistados (y no centrarme solo en escritores/as) para dar algo de variedad al contenido. En esta ocasión, tenía ganas de abrir la mano a la comedia, un género que tiene el mérito de hacerle cosquillas al cerebro y del que a menudo disfruto siendo un espectador más. Por ello, qué mejor que empezar con Kaco Forns, ilustre cómico del paisaje patrio. De su trayectoria profesional, aparte de su faceta de monologuista (con la que se inició), cabe destacar sus trabajos como guionista en Sabías a lo que venías El Intermedio, con Santiago Segura y el Gran Wyoming al frente, respectivamente (ambos en La Sexta); en Late Motiv, con Andreu Buenafuente, en Movistar+; y, actualmente, en La Resistencia, el programa que presenta David Broncano (también en Movistar+). Además, Kaco es creador y presentador de Cofondecauch, un podcast que se emite a través de la plataforma Phi Beta Lambda Podcast en Youtube, en el que charra con personalidades, normalmente del círculo de la comedia, mientras se fuman unos buenos petas en un ambiente humeante y cubierto de tinieblas como de reservado chungo. Para mí es un obsequio que Kaco se siente en la butaca y amablemente se preste a dar respuesta a algunas de mis curiosidades.

V. V.: Una vez mi hermano me contó que él y su novia se encontraron casualmente con Robin Williams, el gran cómico y actor ya fallecido, en un restaurante de San Francisco, y que, tras saludarlo, este se fijó en la bufanda de pelo de camello que ella llevaba y se pasó como diez minutos haciendo chistes y gracias de camellos, desatando la carcajada de los allí presentes. Kaco, ¿es uno cómico 24/7?

K. F.: Conozco gente así. Cómicos que se bajan del escenario y siguen metidos en su personaje todo el día. Yo no puedo. Necesito ser persona de vez en cuando. Si eres cómico las 24 horas, entonces nunca eres cómico. Eres tú. Ser cómico implica tener un personaje que se diferencie de la persona.

V. V.: Eres prácticamente un cómico todoterreno. ¿Qué dominio tiene más mérito para ti por el trabajo que conlleva: el monólogo, el podcast o el guion de un programa generalista?

K. F.: Sin duda, el monólogo. No solo por la preparación del material, sino también por la ejecución. Es el Juan Palomo de las artes escénicas: todo lo haces tú sólo. Muchas veces, incluso, te buscas las salas y negocias el caché. Y si fracasas en el escenario, no tienes nadie a quien agarrarte o con quien compartir las penas. De un plumazo te conviertes en guionista, productor, actor y psicólogo.

V. V.: ¿Se puede alguien formar para dedicarse a la stand-up comedy o la vida misma te va llevando hasta los escenarios?

K. F.: Se puede. Y hay cursos y talleres para ello. Están muy bien para conocer técnicas y metodologías de escritura que, de lo contrario, tendrías que aprenderlas por ti mismo sobre la marcha y a base de ensayo y error. Así que con esto te ahorras mucho tiempo y disgustos. De todas formas, siempre digo que la mejor forma de aprender es escribirte todas las semanas 5 minutos de texto e ir a probarlos por todos los open mic que puedas. No solo te dará tablas, también contactos. Muy importantes en este business. Mi primer curro de guionista (con Santiago Segura) lo conseguí yendo a probar a un open todas las semanas y haciendo amistad con los cómicos que estaban siempre ahí.

V. V.: ¿Qué factor (sobre todos los demás) crees que decanta la balanza para hacerse un hueco en el show business: el gracejo, el trabajo duro o los contactos?

K. F.
: Seguramente acabas de describir el Megathor del éxito, porque con ninguna de esas cosas por separado triunfarás. Necesitas las tres. Conozco a cómicos que llevan años sin avanzar porque, aunque son muy graciosos, son increíblemente perezosos. Y sí, existe el enchufismo, y aunque no seas gracioso ni te lo curres, puedes tener el contacto adecuado que te coloque donde quieres. Pero eso ocurre pocas veces y este es un mundillo muy pirata y cruel. En cuanto no estés a la altura, te sacará a patadas y te dará con la puerta en las narices. También creo que es importante no autoencasillarse. No cerrarte puertas a ti mismo. Querer triunfar sólo de una manera: “O salgo por la tele, o nada”. No. Si eres cómico, tienes que ser capaz de generar comedia en diferentes formatos: stand-up; guion; actor; locutor… Cuanto menos diversifiques tus aptitudes, menos oportunidades estarás creando para ti mismo.

"David Broncano ha cambiado la forma de hacer TV"


V. V.: Has trabajado en el equipo de guion de El Intermedio, en La Sexta. ¿Cómo coño se inspira un guionista para aportar ideas nuevas cada puñetero día?

K. F.: Más que inspiración, necesitas información. Los programas diarios se nutren mucho de la actualidad y gran parte de material que se escribe viene de ahí. Para la otra parte más “de pensar”, como ideas para secciones, o acciones que se puedan hacer con los invitados, ya dependes de tu propia creatividad. Mi recomendación es que te empapes viendo programas de prime time y late night. Tanto los que se hagan en tu país como los de fuera.

V. V.: Trabajas actualmente en el equipo de guion de La Resistencia, en Movistar+. ¿Cómo se te queda el cuerpo cuando Broncano se pasa el guion por el forro y acaba hablando de lo que le da la gana en las entrevistas?

K. F.: Como guionista es una putada y puede llevarte a muchas frustraciones, pero hay que reconocer que Broncano ha cambiado la forma de hacer TV. En 12 años de guionista, jamás había trabajado para alguien que no quiere guion. Es verdad que el monólogo lo lee, pero el resto del programa, David solo sigue escaleta y se va encontrando con lo que pasa. Eso provoca errores, equivocaciones y falta de ritmo en muchas ocasiones. Pero justo eso es lo que ha generado un nuevo tipo de espectador, uno que no quiere tanta artificialidad en las formas. Un espectador que quiere naturalidad, libre albedrío e incluso caos, pero que a su vez es tremendamente fiel al programa.

V. V.: Cualquier persona corriente se pone un programa o un podcast de humor para desconectar, o se va a ver algo de comedia al teatro. ¿Qué haces tú para desconectar?

K. F.: Disfruto como un chancho tirado en el sofá fumando hierba, viendo series y jugando a la Play, aunque también hago cosas de persona que no da "ascopena": me gusta el ejercicio. Hacer pilates, boxeo, jugar al baloncesto (aunque ya menos)… y comer. Me encanta comer.

"todos los cómicos estamos hecho polvo y vamos bien cargaditos de equipaje emocional"


V. V.: ¿Has probado hacer alguna gilipollez solo por el hecho de tener material para poder contar después?

K. F.: No sé muy bien a qué te refieres, pero creo que no. Casi todo mi material viene de chistes que salen en conversaciones o reflexiones que hago sobre conceptos. Las ideas locas las dejo para La Resistencia (jeje).

V. V.: Si yo quisiera inspirarme en la figura de un cómico del panorama nacional para que protagonizara mi siguiente novela (aparte de ti, que creo que has tenido también una vida algo novelesca), ¿quién me aconsejarías que fuera?

K. F.: Uf, ni idea… Pero porque en realidad creo que todos los cómicos estamos hecho polvo y vamos bien cargaditos de equipaje emocional. Seguro que cada uno tiene una historia personal digna de una saga de novelas.

V. V.: Y ya para terminar, Kaco, ¿has leído últimamente algún libro o visto alguna peli/serie/documental que te haya llamado la atención y quieras recomendar?

K. F.: El último libro que me he leído me ha gustado porque es muy cómodo de leer, y muy directo y sintetizado en las formas. Además tiene un humor muy particular y a veces retorcido. Se llama Trenes hacia Tokio, de Alberto Olmos. Me lo recomendó mi amigo y compañero Dani Alés.



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1 de noviembre de 2020

GRETA ALONSO: "No hay fórmulas matemáticas, el lector no es idiota"


ENTREVISTA N.º 3    


El otro día me pasé por la Librería General de Zaragoza, no había estado allí desde que la trasladaron a la nueva ubicación de Plaza Aragón. Ahora tiene un aspecto más moderno, hay más espacio pero menos libros. Me recordó a esa moda culinaria de servir exiguas muestras de comida en platos gigantescos. El caso es que en uno de los expositores más visibles del local estaba El cielo de tus días (Planeta, 2020), la novela de Greta Alonso, a quien estoy encantado de tener por aquí. No puedo contar mucho acerca de Greta, pues de ella se sabe más bien poco. De hecho, Greta Alonso es el pseudónimo bajo el que, por circunstancias personales, decidió publicar su novela. Solamente muy pocas personas en su entorno saben quién hay detrás de Greta Alonso. Por la poca información personal que se puede encontrar sobre ella, se conoce que nació cerca del Cantábrico en los ochenta y que ejerce un trabajo en el sector de la ingeniería. También ha escrito cuentos y relatos cortos. Actualmente ha terminado ya de escribir su segunda novela, que probablemente saldrá a la luz en 2021, aunque aún no tiene título definitivo. 

De Greta me ha llamado la atención, aparte de su llaneza y cercanía, el gran salto que ha dado con su primera novela desde la ajenidad al mundo editorial hasta el sueño de publicarla nada más y nada menos que con Planeta. Además, me ha sorprendido ver en redes comentarios tan fervorosos hacia su novela; sin exagerar, en plan fenómeno fan. Es un gusto para mí poder conversar con Greta de esta y otras cuestiones.  

V. V.: Durante el confinamiento por la pandemia ha habido como dos tendencias diferenciadas entre la gente y, más concretamente, entre los artistas creativos: una más propensa a la productividad (muchos autores aprovecharon para escribir novelas enteras, relacionadas o no con la pandemia), y otra más infecunda, me refiero a aquellos que se vieron más atenazados por la ansiedad y el bloqueo creativo. ¿Cuál fue tu caso?

G. A.: Yo sufrí un bloqueo lector, era incapaz de centrarme en nada de lo que leía, pero sí que escribí bastante durante el primer mes. Luego lo dejé, pero no creo que fuera por el confinamiento. Suelo funcionar así, intercalo periodos de actividad intensa con etapas de descanso; y es entonces cuando suelen llegar las buenas ideas.

V. V.: En tu opinión, ¿cuál crees que es el estado mental más propicio para encontrar la musa? ¿Qué opinas del tópico de que "la necesidad agudiza el ingenio"? Y englobo en el término "necesidad" situaciones diversas, desde pasar penurias a tener que cumplir con unos plazos de entrega, por ejemplo.

G. A.: Como lectora, distingo un escrito que ha brotado de una situación que ha impulsado al autor a escribir con pasión, de un texto forzado, mecánico, fruto de la presión y del plazo de entrega. Escribir no es fabricar tuercas, si no se tiene nada que decir, ¿por qué hay que decirlo? ¿Por cobrar los derechos de autor? La necesidad no agudiza el ingenio, la necesidad provoca la proliferación de folletines literarios. Al inicio de la novela incluyo una frase de Tolstói: "No debería escribirse más que cuando se deja un jirón de la propia carne en el tintero".

V. V.: Hablemos un poco sobre novela negra, Greta. ¿Crees que se podría decodificar esa especie de fórmula mágica para escribir la novela negra ideal en una serie de claves y pautas? En definitiva, ¿existe una receta mágica para escribir un blockbuster o, en cambio, se debe la consecución de este fenómeno más bien a pura intuición creadora del autor?

G. A.: No hay fórmulas matemáticas, el lector no es idiota, y atiborrar la coctelera de ingredientes, y agitar, no es suficiente. Si fuera tan fácil hacerlo todo el mundo escribiría con cuatro reglas básicas. El libro necesita un alma.
  
"El seudónimo es un lastre"


V. V.: Hace un tiempo vi en Youtube una conversación entre Javier Castillo y Joël Dicker. Si no recuerdo mal, a la hora de acometer una nueva historia, el primero decía preferir tener cerrado de antemano un guion o escaleta con toda la información de lo que va a suceder en la historia, y el segundo se inclinaba más por dejarse llevar e ir construyendo la historia a medida que la escribe. ¿Cuál es tu metodología de trabajo? 

G. A.: Yo me dejo llevar. Hay unas ideas iniciales, pero los propios personajes, sus personalidades, me van marcando el camino, y voy descartando algunas de las escenas que había planificado en principio. En mi caso, es como si la historia la fueran escribiendo los protagonistas.

V. V.: Has publicado bajo pseudónimo por motivos personales. ¿Has aprovechado para crear un personaje desde el que poder añadir o abarcar otras facetas que no van tanto con tu personalidad real?

G. A.: Oculto muchas facetas de mi persona, muchos aspectos de mi vida, pero lo poco que muestro es real. Las imágenes, mis rutinas, mis aficiones y viajes: todo verídico. 

V. V.: ¿Suscita este hecho (el de publicar con pseudónimo) más atracción e interés entre el público -y no me refiero solamente a tus lectores- por el misterio que se genera en torno a la figura del autor? ¿No crees que cuando este se expone públicamente se rompe ese misterio e incluso puede caerse el mito?

G. A.: El seudónimo es un lastre; dificulta la promoción, y me cierra puertas, en realidad me las cierro yo misma, de cara a entrevistas, ferias, firmas y visibilidad. Pero en mi caso, tenía que ser así; me conozco bien, y de otra manera lo habría pasado mal.

V. V.: ¿Qué pasos seguiste desde que terminaste de escribir El cielo de tus días hasta conseguir publicarlo con la editorial más grande de España (Planeta)? ¿Te costó mucho encontrar agente literario? [La agencia que representa a Greta Alonso es Hanska, que también representa a otras autoras como Carmen Mola, por ejemplo]

G. A.: Tardé unos diez meses en escribir la novela, y tras seis enviando los primeros capítulos, a destajo, recibí una oferta de publicación por parte de una editorial; no diré cuál es por respeto. Me inquietaban las cláusulas del contrato, se me hacían farragosas, así que contacté con Justyna Rzewuska, fundadora de la Agencia Hanska. Cuando leyó la novela me dijo que era brutal, que podía aspirar al máximo. Fue ella quien hizo llegar el manuscrito a Planeta.

"Escribir no es fabricar tuercas. Si no se tiene nada que decir, ¿por qué hay que decirlo?"



V. V.: Entiendo entonces que la vía independiente de la autopublicación la dejaste como último recurso, ¿no? Decía Juan Gómez-Jurado, más o menos, que si lo que quiere un escritor es ser reconocido como una voz de autoridad en su campo debería tratar de publicar antes con una editorial tradicional, pero si lo que quiere es ganar dinero debería autopublicarse. Y claro, eso tampoco es fácil si no se ha logrado previamente lo primero. ¿Estás de acuerdo?

G. A.: No sé si estoy de acuerdo, porque nunca he autopublicado. Pero debe ser cierto si lo dice Juan Gómez-Jurado. No descarto la autopublicación en un futuro, haber publicado con Planeta no garantiza poder publicar siempre con Planeta. Personalmente, prefiero el respaldo de una editorial tradicional: yo no dispongo de tiempo para diseñar la portada, ni maquetar, ni trazar estrategias de marketing. Las editoriales tradicionales cuentan con profesionales estupendos que se ocupan de eso; y yo puedo centrarme en escribir. Tu pregunta me hace reflexionar: si se ganara tanto dinero con la autoedición, todos los autores consagrados, los "pata negra" se estarían autopublicando. ¿Les gusta perder dinero? ¿Por qué siguen confiando en editoriales tradicionales?

V. V.: No he visto los contratos de las editoriales con esos autores consagrados, pero estoy seguro de que cuando un autor llega a ese nivel y hace que la editorial gane mucho dinero gracias a sus libros, alcanza una nueva posición desde la que poder renegociar su contrato con la editorial, y a esta no le queda más remedio que pagarle un porcentaje mucho mayor de derechos de autor, porque aún así le sigue saliendo rentable.

G. A.: Será eso, lo desconozco. Acabo de aterrizar en el mundo literario. Cómo te digo, no descarto la autoedición, lo importante es que una novela llegue a los lectores.

V. V.: ¿Qué consejo le darías a un escritor novel?

G. A.: No estoy para dar muchos consejos, yo misma soy una escritora novel. Así que repetiré un consejo que me han ofrecido a mí: "No dejes de escribir".

V. V.: He leído que uno de tus autores preferidos es Wolfe, gusto que comparto contigo. ¿Con cuál de sus obras te quedarías?

G. A.: Con La hoguera de las vanidades, por el cinismo del protagonista y la crudeza con que dibuja las relaciones humanas.

V. V.: Y ya para concluir, Greta, ¿has leído últimamente algún libro o visto alguna peli/serie/documental que te haya llamado la atención y quieras recomendar?

G. A.: Me gustaría recomendar un libro: El hombre del traje gris, de Sloan Wilson. Trata de un tipo corriente que introduce una serie de cambios en sus rutinas; y a partir de ahí, empiezan a sucederle cosas extraordinarias.



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