30 de mayo de 2021

MIGUEL IRÍBAR: "Me gusta ver la parte absurda y mentirosa de la vida"

 

ENTREVISTA N.º 8


No sé si la gente llegará a acordarse del bombazo que pegó la comedia en España (sobre todo, los espectáculos en directo) en la primera década del presente siglo, auspiciado por programas como El Club de la Comedia o el canal de televisión Paramount Comedy (reconvertido ahora en Comedy Central), cuando el dinero, proveniente fundamentalmente del sector inmobiliario, fluía a raudales por el país mientras este iba bien, antes de que la crisis de 2008 lo mandara todo a hacer puñetas. A ese selecto grupo de cómicos que empezó a patearse la geografía española de bolos se uniría pronto Miguel Iríbar (Huelva, 1976), el invitado de hoy. Podría considerársele un cómico de la old school, ya que tiene, como diría Luis Aragonés, el culo pelao en estas lides. Miguel es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, pero enseguida divisó un tope en los medios sevillanos y decidió marcharse a Madrid a estudiar un máster de producción audiovisual. Entró en Paramount Comedy, donde pasó de la producción a la coordinación de guion, y allí formó parte del equipo del late night que dio a conocer a Dani Mateo, Noche sin tregua.  

Conocí a Miguel por el podcast Cambiando de tercio (alojado en la plataforma Phi Beta Lambda Podcast, en Youtube), el programa que "va de abrirse una cerveza y ponerse a hablar", ahora más orientado a la tertulia sobre cine. También conduce, a dúo con el cómico Nacho García, La Paletada (de hacer un podcast), en la misma plataforma. Además, este año ha colaborado en El condensador de fluzo, el nuevo programa de La 2 cuyo presentador es el escritor Juan Gómez-Jurado. Casi nada.

V. V.: ¿Es el cómico aquel de quien todo el mundo querría ser amigo? Porque según Arturo González Campos, por ejemplo, el cómico es esa figura que dice lo que no conviene cuando menos conviene.

M. I.: El bufón clásico tenía permiso para decir lo que otros no podían. El Heyoka de los indios americanos cumplía una función parecida (ridiculizar el poder, hacer lo contrario de lo que se espera) con connotaciones sagradas. Pero el payaso o el chistoso también son cómicos. ¿La gente quiere ser amigo de los cómicos? No necesariamente, hay muchos cómicos muy solos, por rechazo del resto o porque son unos ególatras sin amigos.

V. V.: ¿Tiene que ser hiriente la comedia para provocar la carcajada?

M. I.: No tiene por qué ser hiriente siempre, pero sí que a menudo va en contra de algo. La premisa cómica nace para ser destruida, y la comedia no deja de ser un atentado contra algo. Es la mejor forma de violencia posible contra la realidad.


"Bajo la etiqueta de lo 'políticamente incorrecto' se esconde muchísima mediocridad"


V. V.: ¿Qué grado de “ciencia” hay en la comedia? Me refiero a que si para cada nicho de la misma se sigue una estructura y una serie de pautas, se usan determinados recursos, etc., aquella responde por tanto a ciertas claves. ¿Es posible entonces decodificar el humor?

M. I.: Diría que sí puede decodificarse y que sí es bastante matemática, como también puede analizarse hasta la extenuación por qué Messi o Michael Jordan son tan buenos. Lo que no puedes es, aun sabiendo cuáles son los elementos, copiarlos todos y trasladarlos a otra persona. Jordan y Messi siempre serán únicos, y lo mismo pasa con un buen cómico.

V. V.: Decía Leo Harlem que él saca material para sus monólogos rebuscando en los suplementos dominicales, ya que es ahí donde gran parte de nuestra tontería queda expuesta. ¿Tú dónde sueles meter el cuchillo?

M. I.: Me gusta ver la parte absurda y mentirosa de la vida, las convenciones que seguimos sin plantearnos demasiado. La actualidad es también una fuente para encontrar eso mismo, con la ventaja de que es más sencillo empatizar con un público que la reconoce.


"La comedia (...) es la mejor forma de violencia posible contra la realidad"


V. V.: ¿Por qué da tanto de sí un treintañero terminal?

M. I.: Seguramente todas las personas, cuando no se están mirando al espejo, se sienten por dentro en sus 25-30 años, no solo físicamente sino en lo que a tus ilusiones y deseos se refiere. Esa plenitud que luego decae sigue siempre en nuestro inconsciente. La vejez, en cierto modo, es asumir todo el rato que ya no tienes 30 años, y eso vale para tus 40, tus 50 o tus 80.

V. V.: ¿Se ha vuelto el humor más blanco desde que estamos en pandemia? Si es esa tu impresión, ¿se debe a esta circunstancia o más bien a otros factores como la llamada “cultura de la cancelación”?

M. I.: Lo políticamente correcto y la dificultad para conseguir buenas actuaciones han influido en que los cómicos busquen menos problemas con el público. Solo si eres muy famoso o si te manejas en el circuito underground de comedy clubs puedes permitirte ciertas licencias. Esto ha pasado siempre pero quizá ahora estemos en un punto álgido. Es cierto que si buscas bien puedes encontrar todo tipo de humor, y es igualmente cierto que bajo la etiqueta de lo “políticamente incorrecto” se esconde muchísima mediocridad, tanto moderna como desfasada ideológicamente.

V. V.: ¿Por qué crees que está petándolo tanto el formato podcast actualmente? Hay ya casi tantos podcasts como culos. ¿Se ha convertido de alguna manera en el sustitutivo de la barra del bar en tiempos de confinamiento?

M. I.: El podcast es barato, es libre, es divertido de hacer, y ayuda a enganchar con tu audiencia y su cariño. Está claro que en tiempos pandémicos ha cubierto un espacio de gente que necesita una oferta extraordinariamente variada para pasar el día lo más soportablemente posible.

V. V.: En tu opinión, ¿cuáles son los 2 mejores libros de stand-up para alguien que quiera aprender o iniciarse en ello?

M. I.: Me gusta mucho “Step by step to stand-up comedy”, de Greg Dean, un clásico; recientemente me he leído "Mastering Stand-Up: The Complete Guide to Becoming a Successful Comedian", de Stephen Rosenfield, que también me ha parecido muy interesante.

V. V.: ¿Cuál es la última paletada a la que no te has podido resistir?

M. I.: No me resisto a la paletada de hablarle todo el rato a mi móvil para me busque cosas. Me aburre cada vez más teclear y me da igual lo ridículo que quede hablar solo con un trozo de plástico delante de otra gente.

V. V.: Y ya para terminar, Miguel, ¿has leído últimamente algún libro o visto alguna peli/serie/documental que te haya llamado la atención y quieras recomendar?

M. I.: Recomiendo mucho la película “Otra Ronda” de Vinterberg. Una premisa sencilla que te llega al corazón irremediablemente.


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4 de abril de 2021

CÉSAR PÉREZ GELLIDA: "No sigo ningún método a la hora de escribir"

 

ENTREVISTA N.º 7


En esta edición se sienta en la butaca un invitado detrás del que servidor llevaba meses intentando entrevistar. Lo presento: es César Pérez Gellida (Valladolid, 1974), escritor de novela negra. Aunque la mejor presentación -al menos gracias a ella lo conocí yo- se la hizo Juan Gómez-Jurado en una entrevista al mentar a César como el mejor escritor de novela negra en castellano. Agüita, colega. Además se ha dicho de él que tiene "una prosa honesta que se bebe como el mejor de los Riberas del Duero". Pues salud y glup-glup. Ha escrito nada menos que once libros entre trilogías y bilogías, excepto el último de ellos (al parecer autoconclusivo), La suerte del enano, publicado también por la editorial SUMA a finales del 2020.

Agradezco a César que no haya alargado hasta la eternidad sus compromisos promocionales (perfectamente podría haber sido su excusa para pasar de esta entrevista) y que me haya cedido un poco de su tiempo para contestar algunas preguntas. A veces me pierdo en mis propias divagaciones, en cambio él no se anda por las ramas. En jerga futbolera, cortita y al pie:

V. V.: Se cree que la escritura es una forma de expiar culpas y errores, que permite ajustar cuentas con uno mismo y, por qué no, con el mundo. Pero, por otra parte, también tiene su lado oscuro, ya que es usada como pretexto para revolcarse en la mierda y proyectarla hacia fuera. En tu caso, ¿escribir es terapéutico o solo es un acto creativo?

C. P. G.: No lo sé, la verdad. Escribo porque me divierte y me gano la vida con este oficio. No busco justificaciones ni creo que sean necesarias.

V. V.: Quizás algún psicoanalista bonaerense tendría algo que decir sobre tu manía de escribir con un secador encendido para amortiguar los ruidos. ¿No te salen las facturas de la luz por un pico?

C. P. G.: Ya tenía esta costumbre mucho antes de hacerme escritor. Y no soy el único secadicto, ojo. Es un vicio barato comparado con otros…

V. V.: César, se dice que un escritor se debe a sus lectores. ¿Hasta qué punto tienes en cuenta tú a los tuyos a la hora de escribir nuevas historias? ¿Te has llegado a sentir condicionado por sus expectativas?

C. P. G.: No, para nada. Yo no me debo a nadie, como mucho a mis personajes. Escribo sin ataduras pensando solo en divertirme molestando a los lectores.


"en las RRSS me comporto como soy"


V. V.: ¿Qué hace un escritor profesional si no le viene ninguna idea decente cuyo desarrollo merezca la pena antes de que le venza el plazo de entrega con la editorial? ¿Tira adelante con cualquier cosa o la editorial le echa un cable?

C. P. G.: No sabría decirte, pero yo diría que a un escritor profesional eso no le puede suceder igual que a un ciclista no se le olvida andar en bici ni a un conductor de autobuses las señales de tráfico.

V. V.: ¿Nos puedes contar cómo empezó tu relación con la editorial SUMA? ¿Tenías agente literario por entonces?

C. P. G.: Solo he tenido un agente, Michael Robinson, con el que trabajé tres o cuatro años. Él se encargó de abrirme las puertas de SUMA, por lo que siempre le estaré agradecido. Desde entonces, once novelas después, no he cambiado de casa.

V. V.: Anda, ¿Michael Robinson, el presentador? No sabía que también era agente literario.

C. P. G.: No, no lo era. Solo conmigo, la verdad.

V. V.: Contaba tu colega Juan Gómez-Jurado que la trilogía Reina roja le llevó más de 10 años de trabajo. Para escribir una saga, ¿hace falta tenerla antes en la mente o puede surgir una vez que das por cerrada la historia?

C. P. G.: Juan miente. No ha trabajado 10 años ni juntando las horas que duerme. Dicho esto, yo no tengo en mente más que la escena que me toca escribir en ese momento. Dependiendo de lo que suceda, planteo la siguiente y la visualizo varias veces antes de trasladarla al papel.

V. V.: Has trabajado previamente en el sector del marketing y la comunicación. ¿Te has valido de tu conocimiento del mismo para adoptar una estrategia comercial en redes sociales o crees que prima más la naturalidad a la hora de conectar con la audiencia?

C. P. G.: Supongo que esa experiencia me ha ayudado a crear una marca de autor, pero yo en las RRSS me comporto como soy. Creo que no hay otra forma de hacerlo.


"Yo no me debo a nadie, como mucho a mis personajes"


V. V.: ¿Qué opinas de los talleres de escritura creativa? ¿Te has apuntado a alguno? ¿Se te ha pasado por la cabeza impartirlos?

C. P. G.: No conozco ninguno y tampoco se me ha pasado por la cabeza impartir alguno porque realmente yo no sigo ningún método a la hora de escribir. Dicho esto, si ayudan a aprender el oficio, me parece estupendo que existan.

V. V.: Y ya para concluir, César, ¿has leído últimamente algún libro o visto alguna peli/serie/documental que te haya llamado especialmente la atención y quieras recomendar?

C. P. G.: El hijo del padre de Víctor del Árbol y El gran rojo de Benito Olmo son dos novelas excelentes, distintas, pero muy recomendables ambas. En cuanto a las series, me gustó Antidisturbios y Patria.


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21 de febrero de 2021

VÍCTOR DEL ÁRBOL: "Jamás dejas de cuestionar tu valía"

 

ENTREVISTA N.º 6


Ya tenía ganas de volver por estos lares y estrenar por fin publicación bloguera en este 2021. Me acompaña en esta ocasión Víctor del Árbol (Barcelona, 1968), escritor que conocí por medio de la recomendación de un amigo que me dejó Un millón de gotas (Booket, 2014), una de sus novelas. Se nota que Víctor es un apasionado de la historia, de hecho fue esta el objeto de sus estudios universitarios en Barcelona. Posteriormente, ingresó en los Mossos d’Esquadra durante una porrada de años hasta que decidió dedicarse por completo a la escritura. Ha publicado siete novelas desde 2006 y está ya en camino la octava, El hijo del padre, que saldrá publicada por Ediciones Destino el próximo mes de marzo. Ha sido galardonado con varios premios literarios tanto nacionales como internacionales, entre los que cabe destacar el Premio Nadal en 2016 por La víspera de casi todo (Destino, 2016), y su obra ha sido traducida a un montón de idiomas.

Agradezco a Víctor la disposición que ha mostrado para mantener una pequeña charla conmigo, creo que he tenido suerte de pillarle por banda antes de que comience toda la vorágine promocional de su nueva novela, porque no me cabe duda de que el lanzamiento de El hijo del padre va a suponer un hito esta temporada para los amantes del thriller.

V. V.: Parece que el oficio de escribir está cada vez más profesionalizado: despertarse temprano, hacer ejercicio, ceñirse a una disciplina horaria de trabajo, manejar redes sociales… ¿Se ha perdido la bohemia de antaño?

V. A.: No considero que el comportamiento externo sea el que define al escritor. Las modas y los modismos han existido y existirán siempre, y aunque tal vez ya no sea moda o modismo el autor atormentado, que muestra externamente su disconformidad con las normas y valores imperantes a través de una postura estética (su manera de vestir, su manera de hablar o de comportarse en público, sus hábitos de vida privados), en cierto sentido un autor siempre será alguien que no se deja gobernar por los valores del momento. Tal vez no beba absenta, quizá no necesite mostrar públicamente su histrionismo o su papel de “Enfant terrible” pero siempre será un libre pensador, alguien que está ahí para incomodar al sistema a fuerza de cuestionarlo a través de su obra. Esa rebeldía interna es mucho más profunda y transformadora que cualquier gesto de cara a la galería. La verdadera rebeldía se lleva por dentro y se manifiesta en lo escrito.

V. V.: Has obtenido un gran reconocimiento en Francia (premios, menciones, nombramientos…). ¿A qué crees que se debe el hecho de que tus libros tuvieran una especial acogida allí, concretamente? ¿Te involucraste más en dar a conocer tu trabajo entre el público francés?

V. A.Yo siempre me involucro al máximo en todo lo que hago porque me gobierna la pasión y el entusiasmo, pero por alguna razón ese esfuerzo tuvo más eco en Francia o en otros países antes que en casa. Es una historia a menudo repetida y no hay que vivirla como algo problemático. Somos culturas distintas pese a compartir ciertos rasgos comunes, tal vez nuestros vecinos tienen más tradición lectora y el discurso cultural es algo diferente. La voz de un escritor se considera, más allá del entrenamiento, por la capacidad que su obra tiene de provocar reflexión, debate, discusión. Quizá ese ha sido un elemento a mi favor allí.


"un buen escritor debe ser su crítico más amable pero también más honesto"


V. V.: Dices que todo empezó a cambiar a raíz de las traducciones internacionales de tus obras, cuando tu agente vendió los derechos de las mismas en Estados Unidos y otros mercados internacionales. Antes de que la agencia que te representa contactara contigo, ¿te habías planteado buscar agente?

V. A.Sinceramente, no. No acababa de entender el papel del agente literario (muy propio de nuestro país, por cierto), lo veía como un simple intermediario, hasta que entendí que la postura más inteligente para progresar en cualquier ámbito profesional es rodearte de personas que dominan aquellas esferas en las que tú flaqueas. ¿De qué sirve escribir una obra maestra si nadie sabe que existe? El papel de un buen agente en ese sentido es fundamental, conoce mejor los entresijos de la industria, tiene contactos, sabe orientar tu obra hacia la editorial adecuada. Yo trabajo con Antonia Kerrigan desde hace casi doce años. Hay dificultades, tensiones inevitables, pero es una persona que ha sabido orientar mis esfuerzos. 

V. V.: Suena extraño que no quisieras publicar tu novela El abismo de los sueños, que quedó finalista del Premio Fernando Lara en 2008, cuando la presentaste a concurso… Has comentado en alguna ocasión que tomaste esa decisión porque era una novela de juventud con la que no te identificabas. ¿Tan pronto cambió tu percepción sobre la misma?

V. A.En realidad, aprendí que a veces presentarte a un premio y ser escogido en la terna finalista solo sirve para poner en alza la obra que resultará vencedora. Tras no ser elegida, la releí, y me di cuenta de que pecaba de ambiciosa sin los elementos suficientes para dominarla. Así que la guardé en un cajón y ahí duerme desde entonces, esperando el día en que me decida a retomarla y reescribirla. Me permito decirte que un buen escritor debe ser su crítico más amable pero también más honesto.

V. V.: ¿Te costó mucho tomar la decisión de dejar tu puesto en los Mossos d’Esquadra para dedicarte de lleno a la escritura? Me decía Claudio Cerdán que envidiaba mucho a los que tienen 14 pagas anuales y un mes de vacaciones retribuidas. ¿Te has arrepentido alguna vez de esa decisión?

V. A.: Bueno, pierdes unas cosas, seguridad económica, cierta sensación de confort, la percepción de que tu futuro está encarrilado, pero al mismo tiempo ganas otras, libertad, riesgo, sensación permanente de que todo aquello que haces es lo que realmente te importa. Ser escritor es lo que siempre quise ser, y una vez tomada la decisión, ya solo cabía mirar hacia adelante. Sin vuelta atrás, con confianza absoluta. Eso te ayuda a ser quien realmente eres. Hay momentos de pánico, dudas, problemas económicos que no solo te afectan a ti, sino también a tu entorno. De repente te sabes juzgado, ya no estás en el anonimato ni te leen solo tus familiares y amigos. Entonces hay que respirar, observar lo que haces, saber si eres feliz a pesar de todo. Y yo lo soy, mucho.


"la postura más inteligente para progresar en cualquier ámbito profesional es rodearte de personas que dominan aquellas esferas en las que tú flaqueas"


V. V.: ¿Cuándo se da cuenta un escritor de que vale para dedicarse a escribir?

V. A.: Es una gran pregunta, y sin ánimo de jugar con las palabras, te diré que en mi opinión nunca. Jamás dejas de cuestionar tu valía, y eso lejos de ser agobiante es un acicate. Siempre afrontas cada desafío con mentalidad nueva, siempre estás aprendiendo. Y en tu fuero interno sabes que pese a los elogios y las cifras, seguirás creciendo mas y más.

V. V.: Vas a publicar en marzo tu próxima novela, El hijo del padre (Ediciones Destino). Cuando llega ese momento en que un nuevo trabajo sale a la luz, ¿te obsesiona que no llegue a funcionar igual de bien que los anteriores o te quedas con las sensaciones que te deja la propia obra?

V. A.Yo lo vivo con alegría, con calma y tranquilidad. Siempre espero lo mejor, y claro que deseo que a mí también me pase eso de ser el escritor revelación, pero acepto que no todo está en mis manos. Así que confío en el trabajo de los editores, en los lectores y su aceptación. Lo que queda tras escribir una novela como esta es una sensación de plenitud, de verdad.

V. V.: ¿Qué crees que mueve a la gente a comprar y leer tus novelas frente la infinidad de opciones de entretenimiento existentes hoy en día?

V. A.La singularidad. Tal vez eso sea lo más difícil hoy en día, encontrar una voz propia, reconocible, única. Ni mejor ni peor que otras, pero sí capaz de conectar con gentes de todas partes, de todas las edades, de todas las circunstancias sociales y de todas las ideologías. Yo elegí el dolor como sujeto creativo, o tal vez el dolor me eligió a mí. Pero no es un dolor en el que regocijarse, es una fuente de duda, de cuestionamiento de lo que somos. Eso lo intento hacer desde un amor profundo a quien imagino me leerá, amor profundo a mis personajes, amor profundo a la literatura y respeto a los maestros que nos abrieron el camino.

V. V.: A mí también se me atragantó el Ulises de Joyce. Me pareció una tortura espantalectores. ¿Has vuelto a retomarlo?

V. A.No. Decía Bioy Casares que hay libros magníficos que no están hechos para uno. Este es mi caso. Aunque me encanta Joyce, sobre todo su Dublineses, nunca he podido entrar en la singularidad de esta vanguardia. 

V. V.: Y ya para concluir, Víctor, ¿has leído últimamente algún libro o visto alguna peli/serie/documental que te haya llamado especialmente la atención y quieras recomendar?

V. A.Intento estar al día de series, aunque ya me aburren un poco los asesinos y los detectives. La última con la que disfruté realmente fue Ozark. Y leer, siempre está conmigo un libro. Ahora estoy leyendo a una escritora mexicana durísima (como a mí me gustan), Fernanda Melchor y su novela Temporada de huracanes. Muy recomendable.


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